Prof. Ayelén Fernández
Resumen :Oliveras, Elena, Estética: La cuestión del arte. Capítulo
1.
1. El término Estética.
Heidegger:
“Estética” es el saber acerca del comportamiento humano sensible relativo
a las sensaciones y a los sentimientos
y de aquello que lo determina.
Etimología:
“Estético” procede del girego aistêtikos (de aisthesis = sensación, sensibilidad).
José
Jimenez: carácter antropológico de la dimensión
estética: a través de la representación
sensible, el ser humano tiene una imagen de sí, toma conciencia de sí: se
ve.
La
estética estudia la representación sensible de la experiencia humana que la
obra de arte concreta.
El
arte ha pasado de ser bello a ser conceptual.
Por ello el término “estética” resulta hoy poco adecuado.
En muchas obras de arte la sensación ha
dejado de ser el principal cauce de una experiencia que hoy echa raíces en el concepto.
Puesto que la recepción de algunos fenómenos
estéticos exceden el ámbito de lo sensible a favor del concepto, deberíamos
definir a la “estética” como disciplina
que estudia la “Experiencia estética”
no partiendo necesariamente de la sensación como dicta la etimología.
Hegel:
el término “estética”, dado que se
ha incorporado al lenguaje común, como nombre, puede conservarse…pero la expresión apropiada para nuestra ciencia
es “Filosofía del arte”.
2. Nacimiento y desarrollo de la
Estética.
El nacimiento de la estética en el S. XVIII
constituye un acontecimiento mayor en la historia del pensamiento occidental.
Su nacimiento es consecuente con el lugar de privilegio que adquiere el hombre
autónomo y sus experiencias. Es entonces cuando el hombre deviene sujeto.

Baumgarten
(1714- 1762)- Racionalista- Expuso diferentes temas a la estética, pero el
interés y la influencia mayor de su pensamiento está en haber dado a la facultad estética, que para muchos no pasaba del
dominio de lo sensible, cambiante y subjetivo, el valor de conocimiento. (Si
bien lo consideraba “inferior”al conocimiento de la razón, lo importante es que
los sentidos y el sentimiento ya no son considerados maestros del error y de la
falsedad.
La
estética y otras disciplinas vinculadas
La
estética no es la única disciplina que se ocupa del arte, de la belleza, del
artista y del espectador; hay otras disciplinas
afines que también lo hacen y con las que a veces ella se confunde. Si la
estética proviene de la filosofía y es metateórica, las teorías del arte provienen
de otras disciplinas como el psicoanálisis,
la sociología, la antropología, la historiografía, la lingüística, la semiótica
y la hermenéutica, o de escuelas como el estructuralismo y posestructuralismo.
Cada vez se siente más la necesidad (dada la complejidad de un objeto de
estudio como el arte) de enfoques
interdisciplinarios, que son los que se imponen hoy en gran parte de las
investigaciones.
La
Crítica, que también puede ser objeto de
estudio de la estética, se diferencia de ésta y de las teorías del arte, por
ser esencialmente valorativa. El
crítico de arte es alguien que pronuncia un juicio reconociendo el valor de una
obra. Es intérprete y juez.
Mientras la crítica se refiere a la obra
acabada, la Poética
(programática y operativa) atiende al proceso
productivo, a la obra por hacer. La poética puede, en algunos casos,
revelar o fijar normas, guías, reglas o procedimientos precisos. Es lo que
concreta la “Poética” de Aristóteles,
quien indica seis partes de la tragedia: argumento o trama (con principio,
medio y fin), caracteres éticos, recitado o dicción, ideas, espectáculo y
canto.
Umberto
Eco sostiene que debe entenderse el termino Poética “no como un sistema de reglas
constreñidoras”, sino como el programa operativo que una y otra vez se propone
el artista, el proyecto de la obra a realizar como lo entiende explícita o
implícitamente el artista.” El hacer que a la vez que se hace inventa el modo
de hacer.
3. Experiencia estética: perceptos y
afectos.
La experiencia
estética, en el sentido de aisthesis (sensación, sensibilidad), encuentra
una brillante exposición en Qué es la
Filosofía, de Gilles Deleuze y Felix Guattari. Se explica allí, a través del concepto de “bloque
de sensaciones”que el arte es lo
único que permanece, lo único que no es superado o reemplazado por nuevas idas
o productos, como ocurre en el campo del conocimiento científico o de la
tecnología:
“El arte conserva, y es lo único en el mundo que se
conserva […].El arte no conserva del mismo modo que lo hace la industria, que
añade una sustancia para conseguir que la cosa dure… lo que se conserva, la
cosa o la obra de arte, es un bloque se sensaciones, es decir, un compuesto
de perceptos y afectos […]. Pero lo que se conserva no es el material, que
constituye la condición del hecho… lo que se conserva en sí es el percepto o el
afecto”.
La materia puede envejecer pero la obra como percepto sigue siempre joven.
Lo que se conserva de la obra, lo que hace eterna su vigencia, no es su
materia. Lo que se conserva es el percepto y el afecto. El arte de acuerdo a
Deleuze y Guattari, tiene por finalidad “arrancar” el afecto de las afecciones…
No supera menos el afecto a las afecciones
que lo que el percepto supera a las percepciones. El afecto no es sólo un
estado vívido, no es sentir una emoción particular (de alegría, de pena, de
miedo). Es más que eso. Es sentir que la
obra nos apela profundamente. Es sentirnos “afectados” por ella. Y
cuando algo nos afecta, nos detenemos, cortamos el ajetreo cotidiano para ver
algo que hasta entonces no habíamos visto…
Afectados,
llegamos a ser uno con la obra. (Estas experiencias también las procuran,
además de las artes plásticas, la música, la danza, la poesía, etc).
No
obstante el interés de la idea de “bloque de sensaciones”, es indudable que
ella no alcanza a explicar toda la experiencia estética. Se aplicaría a la obra
“Contemplativa” pero no a la obra conceptual, muy próxima a la filosofía. Al
acercarse a la filosofía, el arte se vuelve para muchos de difícil lectura.
Hace falta una teoría estética, conocimientos de historia del arte, y de
filosofía, un acercamiento al “mundo del arte”. La obra se presenta como
problema a resolver: lo que estamos viendo, ¿es o no es arte? De este modo, el
receptor se convierte en “responsable” de una definición. Los ejemplos de arte
de los últimos tiempos nos demuestran que la experiencia estética resulta, cada vez menos, una experiencia contemplativa.
La obra sacude al espectador, lo desafía, lo incomoda. Un “placer que entiende”
o un “entendimiento que disfruta” reemplaza al tranquilo placer contemplativo.
4. El ojo Crítico

El ojo que mejor puede apreciar el arte e el “ojo crítico”. Semejante al ojo clínico
del médico, es capaz de detectar en la obra síntomas de su tiempo. Descubre que
la imitación del modelo s sólo “uno de los tantos puntos de vista” y obsera que
si bien la universalidad del arte es absoluta, las raíces son siempre particulares.
Dependen éstas de la atmósfera de cada época, de un grado particular de
civilización y de la personalidad concreta del artista.
El “ojo crítico” es un ojo formado. La
dificultad está en que no existen reglas para quien quiera formarse; por eso,
además de conocimiento, hace falta intuición, superación de preconceptos,
oportuna puesta en foco del ojo, variación del angulo de visión para encontrar
el mas adecuado.
5. Apreciación Estética
De cuerdo con su significado etimologico,
apreciar (del latín, appretitio, de ad pretium= precio) es “poner precio o
tasa a las cosas vendibles”. En sentido figurado es reconocer y estimar el
mérito de las personas o las cosas”. “apreciar” puede tener un significado
positivo o neutro; puede significar “juzgar algo como bueno” o “juzgar algo
como malo”. Ahora bien, ¿quiénes son los
que están capacitados para apreciar una obra de arte? ¿Cuáles son las
condiciones de una correcta apreciación?.
Teorías
sobre el gusto en el S.XVIII
Tras siglos de especulación sobre la belleza,
otros temas interesarán a los filósofos del S.XVII, como el de la valoración
estética y el del gusto. Se prestará atención ya no a la belleza en sí, sino a
los efectos de la belleza (artística o natural), como también de lo pintoresco
y de lo sublime en el espectador. Se analizarán las condiciones espirituales
requeridas para que un sujeto llegue a discernir valores estéticos.
Veamos
qué plantearon…
*Conde de Shatesbury (1670-1713): Para captar
lo bello hace falta un sentido especial, paralelo al sentido moral, que pude
desarrollarse con el estudio y el ejercicio. En este sentido hay que
adscribirlo al sentimiento. Gracias a el nos salvamos de la inseguridad y de
las opiniones.
*Francis Hucheson (1694-1746): Llama a la
facultad por la que captamos la belleza inner
sense. Caracteriza a ese “Sentido interno”, intermediario entre la
sensibilidad la racionalidad, como desinteresado, innato, común a la especie
humana.
*Joseph Addison (1672-1719): funda el placer
estético en la imaginacón. Considra a esta facultad un recurso poderoso,
intermedio entre la sensibilidad y el entendimiento. La caracteriza el ser
libre, el asociar, agrupar y producir imágenes. Las fuentes de los placeres
primarios de la imaginación son la visión de lo grandioso (lo sublime), de lo
inusual y de lo bello.
*Alexander Gerard (1728-1795): dice que el
gusto nace da las operaciones de la imaginación. La imaginación crea el gusto
y, en un grado superior, el genio.
*Barón de Montesquieu (1689-1755): Insistirá
en el efecto de perplejidad que producen los objetos estéticos. En su ensayo
sobre el gusto se refiere a la sorpresa y a ese “no se qué”. Apreciar la
belleza trae una “cierta perplejidad del alma”
*Burke, Edmund (1729-1797): Diferencia entre
la experiencia de lo bello y de lo sublime, elevando éste último a categoría
estética. Distingue entre el placer, que corresponde a la experiencia de lo
bello, y el displacer, que corresponde a la de lo sublime en cuanto pone en
juego la autoconservación…
Si el terror es la principal causa de
sublimidad, el asombro resulta ser su efecto. Burke define lo sublime como
aquel estado del alma “en que todos sus movimientos se suspenden”.
La
norma del gusto según Hume
David Hume (1711-1776) escribe en 1757 “Sobre
la norma del gusto”. Interesado en describir el “sentimiento apropiado de la
belleza”, encuentra que lo posee el “delicado de gusto” o el “crítico”, aquel
capaz de percibir los mínimos detalles de un conjunto. A su vez, para Hume el
crítico competente o delicado de gusto debe no sólo percibir cada una de las
partes de un todo, de además aprehender la relación entre esas partes, captar
la consistencia del conjunto, como también el sentido de la obra de arte, hacia
dónde ella se dirige respondiendo a un “fino propósito”.
En lo que respecta a la experiencia estética,
si bien acepta que existen diferencias innatas de sensibilidad, cree en la
importancia de la formación. Para Hume el gusto puede ser cultivado. Para
perfeccionarlo es importante tener contacto con obras de arte y compararlas
entre sí.
De
la Contemplación a la Poiesis del espectador
Durante siglo nuestra tradición cultural ligó
la experiencia del arte a la relación íntima, profunda y contemplativa del
espectador. Pero esta relación no parece ser la que rige en el caso de muchas
manifestaciones del arte contemporáneo. Se ha perdido la distancia reverencial
de otros tiempos. La idea kantiana de contemplación, de quietud y éxtasis, como
requisito para una correcta apreciación estética, pierde vigencia en la
actualidad con la introducción de las obras “no auráticas”. Entre ellas se
encuentran los READY- MADE y los variados ejemplos de arte conceptual. Las nuevas obras no apelan a la serenidad o
a la contemplación. Se caracterizan, por el contrario, por su efecto de shock. Son, parafraseando a
Benjamin, como “proyectiles” que
chocan contra el destinatario. Su correlato, en consecuencia, es un nuevo tipo
de receptor “POIETICO”, capaz de sentir la provocativa problematicidad de un
arte ambiguo, des-definido y aventurar una (nueva) definición.
No
son pocas las obras del S.XX que lanzan al espectador a la pregunta acerca de
su propio estatuto. ¿Son o no son obras de arte? Mas que “obras”. Lo que se le
enfrenta hoya al espectador son “objetos
pretendientes” a la titularidad de obras de arte.
Frente a objetos ambiguos del arte
contemporáneo, el espectador (provisto de información teórica e histórica),
debe decidir si eso que se le enfrenta es o no obra de arte. Se vuelve así
responsable de una definición de arte. El
placer contemplativo, cuasirreligioso, dará lugar a un placer reflexivo.
Si
en otro momento, el placer estético legitimó en trato con el arte, hoy la
experiencia estética es considerada, por algunos, genuina sólo si deja atrás el
placer y se eleva al ámbito de la reflexión.
6. Arte y conocimiento
De acuerdo a la tradición gnoseológica
cultivada desde los griegos, un conocimiento basado en lo sensible o en la
emoción, como es el arte, resulta una paradoja. Según el criterio tradicional,
llegamos al conocimiento cuando se supera la individualidad de lo sensible o la
subjetividad del sentimiento y se logra legalidad universal. La obra de arte,
al ser única, estaría fuera del campo del conocimiento. ¿Cómo podría haber
conocimiento de lo único?
Nelson
Goodman (1906-1998) echa por tierra la
antinomia emoción-conocimiento mostrando que la experiencia estética ayuda a
descubrir las propiedades de las cosas. Dice que lo “cognoscitivo, si bien en
contraste con lo práctico y lo pasivo no excluye lo sensorio y emotivo; lo que conocemos a través del arte lo
sentimos en nuestros huesos, nervios, y músculos como lo entendemos con
nuestras mentes. De allí su eficacia cognoscitiva.
Si el gran mérito de Kant fue haber dado
suficientes pruebas de la autonomía del campo de la estética, correspondería a Heidegger probar la importancia
del arte como lugar de la verdad. En “El origen de la obra de arte” observa que
la obra d arte presenta un mundo. Nos
permite conocer en profundidad la atmósfera espiritual de una época
determinada, el conjunto de pensamientos, ideas, creencias, costumbres y
sentimientos propios de una época histórica. El mundo griego está encerrado
en el Partenón. No obstante los cambios producidos a lo largo de la historia,
el arte informará siempre sobre el mundo y el hombre: es el lugar donde los grupos
humanos decantan experiencias, restando subjetividad y sumando universalidad.
Las autenticas obras de arte hacen que nos
reconozcamos. Son re-conocimiento, conocimientos más perfectos de intuiciones,
sensaciones o ideas apenas esbozadas. Recortando y condensando experiencias, la
obra de arte es una irreemplazable posibilidad
de experiencia porque hace ver de nuevo proporcionando, de esta manera, el
placer de un presente más pleno. Es lo contrario de la indiferencia y de la
rutina.
Valery describió la función
cognoscitiva de la percepción estética como proceso de aprendizaje. Nuestra
percepción, embotada, sólo ve por hábito, por conceptos o etiquetas. En
contraposición a la visión esclerosada, de lo ya sabido e inmovilizado, la obra
de arte nos enseña que no hemos visto lo que actualmente, gracias a ella, vemos.
No es simple re-presentación sino re-producción (en el sentido de poiesis,
“hace” la imagen y no, simplemente, vuelve a presentar lo que ya está).
7. Importancia de la estética en la
actualidad
La estética tiene especial importancia hoy,
en tiempos tardomodernos. Desde hace algunas décadas su presencia se destaca en
encuentros internacionales de filosofía, en foros de discusión, en encuentros y
debates sobre cultura. El fundamento de su actualidad está en su posibilidad de
demostrar el desarraigo del ser, el pensamiento “débil”, o mejor el pensamiento
del “debilitamiento” (Vattimo), un
pensamiento no normativo, sino abierto…
Si en la experiencia estética “se anuncian y anticipan” los rasgos sobresalientes
de nuestra existencia es porque uno de los rasgos de la `condición posmoderna`
es la ausencia de megarrelatos, el quiebre de las grandes ideologías, la
aceptación de una verdad parcial, oscilante. Este concepto de verdad que no
cierra, animada por un espíritu conciliador que acepta el lugar del otro, es precisamente la verdad propia del arte, por lo cual éste se
convierte en paradigma de una situación general.
Se
impone hoy tanto en ciencia como en la técnica, un modelo “estético”,
hermenéutico, y el arte no hace sino subrayar aspectos cruciales como la
importancia de la persuasión por sobre la demostración, por sobre la verdad
“lógica”… la obra de arte, mas allá de leyes generales, se comporta como un ser
único, tan singular como puede serlo una persona. Es centro de mil acciones
originales diferentes; no un caso más de lo universal, sino algo particular e
irreductible.
El gran problema filosófico relativo al arte
será el de explicar cómo es posible que algo único pueda ser portador de una
verdad universal. La explicación más conveniente la encontraremos en el
pensamiento kantiano.
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